Carlo Ancelotti puede estar contento. Los amistosos están para probar cosas, pero cuando los planes salen bien uno se puede ir tranquilo a la cama. De ella se levantó Benzema, autor del único gol de un partido en el que Real Madrid compitió francamente bien. Siempre eligió la mejor opción. Dominó y combinó con paciencia cuando tuvo que hacerlo, pero también esperar para correr en una segunda mitad en la que Sirigu se convirtió en el hombre de la noche.

El árbol de Ancelotti dio sus frutos en Goteborg. El Madrid se llevó una victoria de prestigio contra un PSG que era el que dejó Carlo, sin fichajes en la lista (Cavani, Marquinhos y Digne). El técnico italiano puso a Khedira por delante de la defensa y Modric e Isco repitieron como interiores. Los dos hablan el mismo idioma y algo se le está pegando al Real Madrid, que se sintió cómodo abrazado al balón y esperando un cambio de ritmo de los de arriba. Por allí amenazaron Benzema y Özil, que dieron velocidad al equipo cuando la carretera tenía pocos coches. Los dos fabricaron el gol en el minuto 23. El Madrid pudo mirar el horizonte, Mesut corrió, la puso en la frontal y desde allí la clavó Benzema, que disparó con la derecha y la puso junto al palo. Karim sonrío, por fin.

La diferencia estuvo en ese disparo y en lo que pasó en la otra portería. Los defensas madridistas pasaron la prueba de nivel, pero le debieron algo a Lavezzi, que falló delante de Diego López dos goles que se cantaban en la radio.

Fue interesante comprobar cómo se defendieron Carvajal y Nacho, chavales que demostraron que ya están para estas cosas. Ibrahimovic acabó harto de los niños, que no le dejaron respirar tranquilo ni en una tarde de verano.

Volando voy 
Ancelotti cambió las ramos de su árbol de Navidad tras el descanso. Se fueron Isco y Modric, entraron Casemiro y Di María y el Madrid cambió de registro. Esperó el robo y encontró una autopista para aprovechar sus caballos. Cristiano, con el viento a favor, sí soltó las piernas.

El PSG retrasó al Real Madrid, pero fue incapaz de empatar. Lo que sí tuvo que llegar fue el segundo, algo que no pasó por culpa de Sirigu, que salvó unos cuantos goles en plena vorágine madridista.

Era de prueba, pero el equipo de Ancelotti demotró que vale su peso en oro. Así se puede ir a cualquier sitio, empezando por Estados Unidos, donde comenzará su nueva gira por el mundo.